A nuestra llegada: al entrar en la habitación del 4º piso, con ganas de descansar despues de un viaje largo, nos dimos cuenta de que solo había una cama y no dos, como habíamos reservado.
Avisado el problema, nos enviaron a otra habitación en la planta baja, ubicada frente al bar, en un pasillo lleno de humo de cigarro; la alfombra parecía no haberse aspirado en años ¡montículos de polvo amontonado bajo la ventana!. Desde el estacionamiento, cualquier ciudadano podía ver el interior de la habitación con detalle, razón por la cual las cortinas debían permanecer cerradas, privándonos de luz natural. Lo central: nuevamente solo hay una cama; en un rincón aparte: 2 pequeñas camitas de niño, de unos 60 centímetros de ancho cada una.
Seguras de que sería un error, acudimos nuevamente a la recepción, donde la encargada se negó a cambiarnos de habitación argumentando porfiadamente: "yo sí podría dormir en esa cama" (Demás está explicar que su posible habilidad para dormir colgada de cabeza o en una carpa en el jardín, es algo que no nos compete ni aporta en nada a la solución de nuestro reclamo).
Ante la imposibilidad de razonar con la chica -y con la urgencia de instalarnos a trabajar en nuestros respectivos proyectos- aceptamos quedarnos hasta el día siguiente, en que prometían tener disponible una habitación de las características solicitadas.
Al día siguiente, para poder cambiar de habitación debimos dejar nuestro equipaje en custodia antes de salir del hotel. Como si esto no fuera suficiente molestia,la recepcionista nos dice,llena de risa, que al volver nos van a dar otra habitación igual, de camitas pequeñas. Ella parecía creer que esto era una broma divertidísima por la forma en que lo decía.
Esta vez, pedimos simplemente que nos reembolsaran el pago para buscar otro hotel. Porsupuesto, tampoco accedió a esto. Sin tiempo para discutir, simplemente partimos a nuestra reunión. Esa tarde debí trabajar con mi computador en un lugar público, ya que no sabía que tipo de problemas encontraría al volver. Aproveché de consultar hoteles en el centro de la ciudad, y volví al Ibis a buscar mi equipaje e irme. Mis compañeras de viaje habían llegado ya y afortunadamente, esta vez, el dormitorio cumplía los requisitos. Como aún debíamos trabajar en conjunto, decidí finalmente quedarme, pero la experiencia fue bastante ingrata.
Cabe destacar que nuestra reserva se especificó con mas de un mes de anticipación y se pagó por adelantado, por lo que es imperdonable que IBIS no haya cumplido con entregar el servicio comprometido, causándonos molestias e incomodidad y entorpeciendo nuestras actividades.
Un gran detalle: nadie intentó, en ningún momento, disculparse y peor aún, parecían acostumbrados a hacer este "truquillo" a diario.
Pero claro, es solo mi percepción.